Cuartucho añadido accidentalmente a un espacio habitable por impericia o incuria del arquitecto o el constructor. Es interior y arrinconado, no da el alto de una escoba ni el ancho de una cama y suele estar provisto de mochetas, bajantes vistas y otros impedimentos que restringen su utilidad a la de mero testimonio de la vanidad de los bienes terrenales y descarnado recordatorio del carácter ilusorio de toda ambición mundana. Se computa en metros cuadrados, eso sí.
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