Perdida de sangre por el conducto uretral que martirizó a Benito de
Nursia desde la pubertad hasta su muerte. Con la
repetición del
fenómeno cada 9
días Benito tuvo que conjugar las practicas y
obligaciones monásticas, con lavados y tocamientos frecuentes en su celda. Fue considerada milagrosa su muerte debida a un derrame sinovial.
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