El Catecismo exige para la obtención del perdón divino: 1.- Examen de
conciencia; 2.- dolor de corazón; 3.- propósito de enmienda; 4.- decir
los pecados al confesor, y 5.- cumplir la penitencia.
Los descreídos, ateos y pecadores recalcitrantes, acuden al confesor suspendiendo el examen de conciencia con un "muy deficiente" y con un descarado propósito de enmierda.
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